En un mundo en el que cada vez prima más el aporte de valor y el ser muy competitivo para poder estar en primera línea, nace la necesidad del crecimiento de las empresas, que, si o si deben alcanzar un tamaño mínimo para poder competir no solo con el competidor de toda la vida, el que tenemos cerquita, sino, con un mundo cada vez más globalizado y presente a golpe de click en el móvil u ordenador.
Recuerdo con mucho ahínco una de las clases en @San Telmo Bussines School, donde un invitado del profesor expresaba como vendiendo su mayoría a un socio industrial, pasó de ser la familia dueña del 100% a representar un porcentaje muy minoritario en un macro grupo, y cómo narraba esta persona que había sido la decisión estratégica más inteligente jamás tomada en su empresa, y que evidentemente les había cambiado la vida.
¿Qué es mejor el 100% de algo pequeño y poco rentable? ¿o el 10% de un proyecto grande rentable y ganador?
A veces las matemáticas nos ayudan a resolver estas dudas, y concretamente a este empresario no le tembló el pulso en ceder ese control y mayoría de su empresa, forjada durante más de 20 años, para subirse a un tren en marcha que podría haberle arroyado.
Soy de la opinión de que en las empresas es como en la vida misma. Si somos capaces de buscar un compañero de viaje que nos complemente, que nos aporte sinergias, capacidad comercial, visión empresarial, y empuje por hacer un proyecto ganador, lo tengo claro, mejor acompañado. Si alguien que se nos acerque, solo nos aporta dinero, amigo mío, creo que es mejor viajar solo. El dinero es importante, está claro, pero hay formas de financiarse mucho más baratas que un socio inversor, encima grande, y que vaya buscando oportunidades de rentabilidad.
Pero claro, para esto hay que recorrer un camino previo, hay que prepararse. Hay que tener una contabilidad muy aseada, nuestro director financiero, si no lo tenemos en plantilla al menos debemos tener una dirección financiera externa, nos debe proporcionar un balance claro, que no haya cosas raras, aunque puedan tener una explicación, que podamos demostrar que lo que decimos es real, y que no haya problema en enseñar. Con todas las peculiaridades del mundo, pero transparente.
También es necesario tener un plan estratégico definido. Siempre que se nos acerque alguien o vayamos a buscar un compañero de viaje, la primera pregunta que nos va a hacer es, ¿Y para qué quieres el capital? ¿O simplemente que me una a tu proyecto? ¿Qué ventajas va a traer nuestra unión? ¿Qué sinergias vamos a obtener? ¿Cómo de competitivos nos volveremos?
Y está claro que el siguiente paso es valorar correctamente las empresas, con un rigor y con objetividad, con un plan de negocio claro, sin dudas, y qué más transparencia que ligar la valoración al plan de negocio que se valora. He aprendido que se puede ligar el precio al cumplimiento del plan de negocio, esto evita muchas diferencias entre las partes.
Toda valoración de empresas requiere de un punto de generosidad de las partes y confianza en los planes de negocio, siempre que sean coherentes, al fin y al cabo, los valores se revisarán en el futuro, y puede que más de uno se quede retratado. Y digo de generosidad, porque para todos los empresarios, nuestro niño es el más bonito, el que más sabe, etc., por lo que, si hay que buscar sinergias de las alianzas y fusiones, debemos ser justos y generosos, no siempre lo nuestro es lo mejor. La inflexibilidad te limitará a seguir viajando solo. Que no digo que sea ni mejor ni peor.
Es muy importante identificar y preparar este tipo de operaciones corporativas con la suficiente antelación. Ya sabemos o podemos saber si la empresa puede tener continuidad en el futuro o no, si tenemos una determinada edad o no tenemos hijos que quieran continuar con la empresa. Ya sabemos que para poder sobrevivir en un determinado mercado habrá que crecer para ser competitivo. Ya sabemos que tarde o temprano tendremos la necesidad de acercarnos o de que se nos acerque alguien para explorar vías de crecimiento, colaboración, fusión, etc.
Pues si lo sabemos actuemos en consecuencia. Preparemos nuestras empresas para el futuro. Tengamos una buena información interna, una contabilidad saneada y transparente, tengamos un plan de negocio vivo en la empresa, que se revise cada año, dentro de un plan estratégico a más largo plazo con una visión clara de donde nos gustaría estar.
Luego, en el futuro se simplifica todo mucho, solo hay que encontrar al compañero perfecto, y si no existe el perfecto, al que nos sume razonablemente, para que merezca la pena el esfuerzo de la generosidad, pero no hay que irse con cualquiera.
Por resumir, debemos buscar o debemos estar abiertos a colaboraciones, alianzas, fusiones, solo si los compañeros de viaje son los idóneos, que compartamos visión, que haya feeling, que haya sinergias evidentes e inmediatas en costes, que haya multiplicación en el desarrollo del negocio y que haya voluntad de hacer un proyecto más grande de lo que por separado harían.
Y para ello es necesario, una contabilidad saneada, que dé como resultado unos balances lo más reales posibles, un plan de negocio a medio-largo plazo, basado en un desarrollo de negocio creíble y coherente, y tener una valoración de la empresa en base a dicho plan de negocio con el rigor de un externo.
Eduardo Casasola Rueda